julio 8, 2024
ActualidadGelitza RoblesOpiniónPortada

Esmeraldas: una joya manchada por el abandono

Una de las escenas más conmovedoras que he visto este año me la dio Esmeraldas. Un grupo de muisneños recorrían su cantón con almohadas y colchones para regalar a los damnificados por la inundación que arrasó con varios cantones de la provincia, entre ellos, Muisne, en junio de 2023. Entre quienes ayudaban a los que habían perdido todo, también estaban damnificados, pero que habían perdido menos.

Esto es lo que pasa en Esmeraldas desde hace años. Es una tierra que, si no se apaga, es por el empuje de su gente, que actúa como escudo ante el abandono, la desidia. Los golpes que recibe la provincia son constantes y parecen no detenerse.

El miércoles 19 de julio de 2023, otro azote llegó a un lugar que ya estaba sometido por la inseguridad: la playa Las Palmas, uno de los principales atractivos turísticos del cantón Esmeraldas. Un derrame de petróleo tiñó de negro el turquesa que baña esa playa que, con mucho esfuerzo evita no morir por la delincuencia.

Según Petroecuador, un fallo en el proceso de reversión de crudo liviano en la terminal Petrolera Balao, en Esmeraldas, provocó la pérdida de combustible en el mar a las 04:30, cuando los esmeraldeños estaban despertando.

Exactamente un mes antes, pero en el sector de Pianguapí, otro derrame dejó sin trabajo a decenas de pescadores y con los ríos Viche y Esmeraldas contaminados. Las redes de pesca que usaban los comuneros a diario quedaron inservibles, así como el agua del río que allí la usan para todo, hasta para beber. No es de extrañarse, pues es una zona donde los servicios básicos escasean.

Otra escena conmoveradora aparece cuando recuerdo la contaminación en Pianguapí: pescadores tratando de rescatar los pocos peces que no sucumbieron ante el combustible para poder llevarle a sus hijos algún bocado. Poco hicieron las autoridades para ayudar a las familias que no solo perdieron sus herramientas de trabajo, sino que se enfermaron por usar agua con residuos tóxicos.

Pensar en escenas conmovedoras en Esmeraldas también nos lleva a Las Palmas, que durante el último feriado del 24 de Mayo, nos dio una panorámica desoladora: se podían contar con los dedos los turistas que caminaban por el malecón. La inseguridad que ahoga la provincia ha hecho que cada vez sean menos los turistas que la eligen como destino. Según registro de las aplicaciones de hospedajes, en ese asueto hubo una ocupación hotelera del 10 % y, en el penúltimo feriado, el del 1 de Mayo, solo llegó hasta el 20 %.

Hasta junio de 2023, 236 personas habían sido asesinadas en Esmeraldas. Es casi el doble que los asesinatos que hubo en 2021, que ya era un año violento y cerró la estadítica con 149 muertes. En 2022, 516 fueron los crímenes, es decir, en Esmeraldas hubo 81 muertes por cada 100.000 habitantes. Esto la convierte en la quinta zona más violenta de Latinoamérica. Solo zonas de México y Venezuela son más violentas en la región.

Esto la llevó a ser bautizada como uno de «los epicentros de los homicidios en América Latina“ por InSightCrime, sitio especializado en la investigación sobre crimen organizado y seguridad ciudadana en la región. Esta ‘publicidad’ escalofriante no solo ha ahuyentado al turismo, sino al propio comercio local. Si ponemos la mirada, por ejemplo, a La Barraca, emblemático centro comercial, que podría ser catalogado como ‘la bahía esmeraldeña’, podemos notar los estragos de la violencia criminal. Desde la pandemia hasta ahora han ido cerrando 400 locales en el centro comercial.

La desesperanza llega desde quienes reciben un sueldo para velar porque un pueblo viva de manera digna. Pero en Esmeraldas, solo por poner un ejemplo, el jefe de la Policía de ese entonces, sugirió en abril de 2023 que los niños fueran con chaleco antibalas a las escuelas. «Los propios padres de familia cuiden a sus hijos con su chaleco antibalas. Se ha venido implementando en otras ciudades del país y vamos a hacerlo. No nos quejemos y actuemos, colaboremos también, no seamos cómodos”, dijo como si nada. A esto se suma, obviamente, las promesas de atención prioritaria que inconstantes veces han escuchado los esmeraldeños, pero que solo han llegado a eso: promesas.

La agonía parece ser eterna. Al fantasma de la criminalidad, se suma la inclemencia del inusual invierno que podría catalogarse como un ‘ensayo’ del venidero fenómeno de El Niño. Y es, justamente, lo que causa terror. El 3 y 4 de junio de 2023, una gran inundación arrasó con casas, enseres y animales en Esmeraldas, que dejó más de 15 mil daminificados. Sin embargo, podemos poner el dedo en un mapa de la provincia y, seguramente allí, habrá alguna consecuencia del desamparo: puentes caídos, vías destruidas, falta de servicios… La lista es larga y dolorosa.

¿Qué tiene que ver esto con la contaminación? Todo. Los golpes a la provincia vienen de todos lados y parece no haber escudo que la proteja. La contaminación no solo viene del petróleo. Esmeraldas se desangra. Mientras sus pobladores reclaman lo que es justo: atención gubernamental, sus mares y ríos se contaminan, sus comercios cierran sus puertas por el terror, su gente muere en masacres y balaceras. Los ojos de todos deberían, no solo mirar hacia Esmeraldas, sino llorar de impotencia porque una de las zonas más alegres, bonitas y llenas de vidas del Ecuador, se apaga y poco se hace para evitarlo.

 

Por Gelitza Robles – @gelitzarobles

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