Entre tu arte y miarte: Mugre Sur y un cartón ahorcado
“Tendrás dinero
Pero nada de sesos”
Aniñado – DJ Che-Che “El Rapero del Pueblo”
Era la madrugada de San Valentín. Los cuerpos de dos hombres se encontraron colgados en un puente peatonal de la ciudad de Durán. Presentaban signos de tortura y disparos. Hasta ese momento del año 2022, la ciudad guayasense registraba 23 asesinatos. En Halloween, durante ese mismo año, dos cuerpos fueron hallados en un puente del sector de la Inmaculada, provincia de Esmeraldas. El país le daba la bienvenida al capitalismo gore, término acuñado por la filósofa transfeminista Sayak Valencia para referirse a un sistema económico en el que la violencia vinculada al narcotráfico se ha convertido en un negocio rentable, mercancía para el morbo, espectacularización de las atrocidades cotidianas.
De acuerdo a InSight Crime, en 2022 Ecuador se convertía en el décimo país más violento de Latinoamérica y el Caribe; y según Human Rights Watch, aumentó su tasa de homicidios de 13,7 por cada 100.000 habitantes en 2021 a 25,9.
Dos años después, el 14 de febrero de 2024, Daniel Noboa saludaba con militares del Fuerte Machala y sonreía – en palabras de Carson McCullers, con la media sonrisa propia de los fanfarrones– asegurando que Ecuador renacía como el Ave Fénix. Y aquí estamos: su fénix como un plan en cenizas.
A los medios de comunicación hegemónicos les convino ver al Ecuador devenido a camal, y muy pocos cuestionaron (y cuestionan) a las instituciones que sostienen la masacre de la que aún el país es testigo como agencias financieras para el lavado de dinero, ministerios y secretarías premios a los mejores amigos, tribunales de justicia, políticos y políticas que establecieron una guerra que, inspirada por un vacío sentimiento nacionalista, no hacen más que destruir el tejido social, enajenar a los individuos y perpetuar el miedo y el terror en las calles del país.
Y son esas instituciones ligadas al poder de turno quienes determinan, desde su miopía social, aquello que es “bueno” y lo que es “malo” para nosotros, incluyendo la cultura y sus expresiones.
“Reunidos
Conectando
Filtrando los elementos
Tejiendo un gran sueño”
Siembra – La MafiAndina
Todos necesitamos al arte. Es una necesidad absoluta. Es la manifestación de nuestro espíritu y de nuestras verdades para comprender todo aquello que nos rodea: un equilibrio inestable. La crítica, su carácter ubicuo, hace que nuestras interpretaciones sean infinitas debido a nuestra estética (aquello que entendemos por belleza) y la historia (una época determinada) que nos acompaña. Sin embargo, quienes realizan esta crítica deben estar dotados de imaginación, de inteligencia para ahondar en lo oculto de las cosas y de una voz creativa que una tanto conciencia como inspiración.
Quienes estuvimos el primer día en el QuitoFest y vimos a Mugre Sur en el escenario, sabíamos que estábamos frente, no solo a un grupo icónico del rap nacional, sino ante una performance crítica de todo aquello que nos atraviesa como ecuatorianos. Mientras Disfraz (Paúl Moposita) ejecutaba un exorcismo colectivo junto al poder furioso de la lluvia capitalina, una breve venganza sucedía en el escenario. Toda la demagogia, toda la hipocresía, toda podredumbre política, todo el clasismo, todo el machismo, toda la estupidez, toda la estrategia política vomitiva para atraer votos, era finalmente depuesta.
Fue un Fin de Año adelantado. Un monigote (que como sabrán también se puede fabricar con cartón) era ultimado para despedir a todo lo dañino, el horror, nuestra mala suerte, las energías negativas que nos acompañan desde hace más de 7 años. Aquella fiesta fue compartida por otros artistas y bandas ecuatorianas como Lolabúm y Curare, que aunque muchos crean polos opuestos, pertenecen a una sola voz que, harta de promesas falsas, de decadencia disfrazada por digitalidad fatua, resisten, junto cientos de miles de ecuatorianos que SON LA SUMA DE MUCHAS RESTAS, HIJOS DEL SUELO SUMIDOS EN AMNESIA.
Por Sebastián Vera