julio 8, 2024
ActualidadGelitza RoblesPortada

Esta es la historia de Dayana Sánchez, la vendedora de Los Ceibos que fue desalojada por una denuncia en Twitter (X)

Una fotografía de Dayana Sánchez se viralizó en redes sociales. Está sentada en una silla plástica, delante de una mesa en la que reposa una vitrina impecable, con los pasteles que vendía en una esquina ubicada en la ciudadela Los Ceibos, justo frente a una unidad educativa del norte de Guayaquil.

La foto la difundió Gabriela Borja, a través de su cuenta @bita_borja de X (antes Twitter), en la que la describió como “la nueva emprendedora de Ceibos” y pedía a la Alcaldía de Guayaquil que la retiraran del lugar. Su tuit tuvo el efecto esperado: minutos después, agentes municipales acudieron al lugar y le pidieron a Dayana que se retirara del sitio. “Lo hicieron con amabilidad”, me cuenta Dayana, a través del WhatsApp, con el respeto y la educación que le faltaron a Gabriela para, al menos, acercarse a conocer la historia de la joven que, obligada por su situación económica, se lanzó a la calle que la aterra, para darle de comer a sus hijas.

La gráfica fue difundida a las 07h34 del 25 de septiembre de 2023 y solo horas después, ya los metropolitanos estaban desmontando el puesto. Ojalá otros asuntos en Guayaquil se ‘resolvieran’ tan rápido como ese requerimiento, que deja a una madre de familia sin parte de sustento de su hogar. Pero eso no lo sabía Bita Borja cuanto ‘tuiteó’.

Si se hubiera bajado del vehículo desde donde se tomó la foto, al menos hubiese sabido que Dayana, efectivamente, es una emprendedora nueva, que recién tiene menos de una semana como vendedora informal. Gabriela debe saber bien lo que es trabajar en la informalidad, porque a pensar de no tener ningún título que la avale como tal en la página de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt), ofrece ‘terapias de sanación’.  Se llama a sí misma como ‘Energy Healing Consultant’ (Consultor de sanación energética) y en su propia página web confiesa que trabaja ‘por vocación’.

Al igual que la vendedora de pasteles de Los Ceibos, Gabriela también trabaja en la informalidad, con la única diferencia de que lo hace desde una situación de privilegio, desde donde parece mirar, por sobre los hombros, a personas como Dayana.

Dayana es guayaquileña y tiene 20 años. Es madre de dos hijas, una de dos añitos y otra de uno. Desde que sus bebés llegaron al mundo, no hubo nada más importante para ella que sus niñas. Tanto, que tuvo que dejar de lado sus estudios para entregarse a sus cuidados. Se quedó hasta el noveno año de bachillerato y, con ello, su sueño de convertirse en médico.

Jamás se hubiera desprendido de sus hijas si no fuera por necesidad. El trabajo de su pareja ya no le alcanzaba para cubrir los gastos familiares. Los cuatro viven en una habitación en la casa de sus suegros y se pusieron como meta independizarse. Para ello, necesitaban de más ingresos.

“A mi esposo no le alcanza el sueldo. Él trabaja en una avícola. Yo antes de tener a mis hijas trabajaba en locales de ropa. Es la primera vez que me toca trabajar en la calle”, me cuenta. Intentó buscar empleo, como el 3,5 % de la población económicamente activa del Ecuador que  no tiene trabajo, pero no lo consiguió.

Vio en la venta de pasteles una oportunidad para cubrir los gastos de su casa. Se decidió la mañana del martes 19 de septiembre de 2023 y le dijeron que podría vender más en los exteriores de los centros educativos. Por eso se instaló en aquella esquina.

“Yo no terminé el colegio, pero mi sueño es graduarme para seguir estudiando. Quiero estudiar medicina, aunque también siempre he querido ser ingeniera”, me cuenta Dayana antes de despedirnos.

Esos anhelos, sin un empleo adecuado, tardarán más en cristalizarse. Sin los recursos que tienen personas como Bita Borja para abrir una página web, para tener una oficina con aire acondicionado, para hacerse llamar ‘terapeuta’ sin título, a Dayana le va a costar más ver sus sueños hechos realidad. Luego de la discusión en Twitter, seguramente Gabriela Borja regresará a trabajar en su cómodo estado de informalidad, mientras Dayana tendrá que volver a buscar un trabajo para poderle dar de comer a sus hijos.

 

Por Gelitza Robles – @gelitzarobles

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