octubre 2, 2025
ActualidadPortada

Wag the dog y el Cartel de los Soles: ¿Existe realmente esta organización en la literatura criminal especializada?

Pedro Granja

Master en Análisis de la Criminalidad Organizada por la Universidad Federico II de Napoli

Master en Criminología Crítica por la Universidad de Bologna

Sé perfectamente que escribir esto me va a traer muchísimos más problemas de los que ya tengo, más en este siglo en que la libertad de expresión es una caricatura, y en una Colonia en la que exponer información basada en evidencia científica te ocasiona ser crucificado en las redes antisociales por auténticos ejércitos de cuentas falsas al servicio de las enormes empresas electorales que controlan todo, en todas partes, todo el tiempo. No hay el más remoto espacio para pensar por ti mismo, tienes que ser pensado y eso implica repetir el juego de ellos. Por desgracia o por fortuna, yo prefiero estudiar, investigar y voy a seguir diciendo que el agua moja y el sol quema.

Hoy se instala en toda América del Sur la idea que existe un tenebroso Cartel de narcotraficantes, cuyo máximo líder sería el actual dictador venezolano Nicolás Maduro.

Por razones de método, la primera pregunta es la siguiente: ¿Se ha hablado antes de “El Cartel de los Soles»? De ser así, ¿cuál es el contexto?

En estricto rigor, hay referencias en diversos informes de agencias antimafias a nivel global, de la existencia de un par de importantes generales venezolanos implicados, desde 1991, en actividades propias del narcotráfico, porque nunca fue un secreto que el general Ramón Guillén Dávila era jefe de la Guardia Nacional de Venezuela y además, informante a tiempo completo de la CIA en toda la parte norte de América del Sur. El otro participante de estos hechos sería Orlando Villegas, sucesor de Guillén luego de su dimisión.

Fuentes federales han confirmado que la CIA permitió varios embarques de drogas de Venezuela a Estados Unidos a fines de los 80 (no es el único permiso para traficar drogas que concedieron los señores de la guerra, hay que leer el caso Irán-Contras), en un intento por mejorar sus actividades de inteligencia en contra del Cartel de Medellín de Pablo Escobar y el Cartel de Cali de los hermanos Rodríguez Orejuela.

La Administración para el Control de Drogas (DEA) nunca estuvo de acuerdo con estas operaciones, pero a Guillén Dávila se le dio permiso para participar en algunos envíos. Lamentablemente el tipo se lo tomó en serio, le gustó demasiado el papel y como nada es oculto para las agencias europeas antimafia, en 1993, desde Holanda se da un primer informe completo: Guillén tenía meses traficando drogas de modo independiente, ya sin la aprobación o conocimiento de la DEA. Varias “vueltas” se le cayeron pero al menos seis cargamentos sí “coronaron” y estamos hablando de millones de dólares.

Ramón Guillén ya había caído en desgracia ante los EE.UU., pero seguía en su cargo. Las sospechas se confirmaron cuando la Guardia Nacional informó a la DEA y al Servicio de Aduanas que mandarían 602 kilos de cocaína a Miami, como parte de una operación encubierta, pero finalmente los agentes de la DEA sólo confiscaron 372 kilos. Es decir, el resto terminó en las narices de los adictos norteamericanos sin problema alguno.

Guillén fue llamado por el propio presidente venezolano Carlos Andrés Pérez, pero el general montó en cólera y dijo que la droga había desaparecido en manos de los agentes gringos. La DEA no le creyó nada y le exigió al gobierno venezolano que disponga el traslado del General a los EE.UU. para explicar el asunto.

Guillén se rehusó a hacerlo y Pérez le pidió la renuncia en julio de 1991.

Apenas 12 semanas más tarde, para noviembre del mismo año, tras recibir una promesa escrita de inmunidad de la oficina del fiscal federal en Miami, Guillén viajó a La Florida a testificar. Estuvo encerrado durante 4 días en una suite en el hotel Hilton del aeropuerto de Miami y al final de los intensos interrogatorios, el sujeto perdió su compostura y confesó.

El sucesor de Guillén fue nombrado de inmediato, se trataba del general Orlando Hernández Villegas, quien sin perder tiempo siguió en los mismos pasos que su antecesor.

Segunda pregunta que debemos contestar: ¿Por qué los bautizaron a este par de militares como el Cartel del Sol?

Como comandantes de brigada, tanto Guillén como Hernández usaban un sol en sus charreteras como insignia militar, fue entonces cuando empezaron a ser conocidos como el “Cartel del Sol”, así tal cual, en singular.

Tercera duda ¿desde cuándo se empieza a hablar de El Cartel de los Soles en plural?

A partir de 1994, la descomposición al interior de la Guardia Nacional era total, cada vez más oficiales de alto rango empezaron a verse involucrados en diversos delitos como minería ilegal, sicariato, secuestros, tráfico de armas, trata de personas y por supuesto narcotráfico, pero NUNCA fueron una estructura monolíticamente unida. Eran clanes independientes, muy artesanales y cerrados, jamás buscaron controlar territorios, nunca trataron de estructurarse como un mega combo, pero empezaron a ser conocidos por todas las agencias antidrogas como “El Cartel de los Soles”.

Es el momento de responder una cuarta interrogante: ¿Cómo es que esta estructura militar corrupta venezolana logra adquirir tanto poder?

“Los Soles” es una descripción que la literatura cientifica propia de los estudios sobre criminalidad organizada le dan a un colectivo de oficiales del ejercito venezolano para cometer, a título individual, diversos delitos. Estos sujetos se van a ver beneficiados por dos acontecimientos propios de la geopolítica de la Región en el año 2002, que es el momento de su mayor expansión y el inicio de su toma del control de Venezuela.

En primer lugar, la intervención de las Fuerzas Armadas colombianas en todo el Sur de su país debido al boicot al proceso de paz entre el gobierno de Pastrana y las FARC, lo que obligó a los insurgentes a buscar territorios en el norte por la incesante presión norteamericana en el Sur, y se desplazaron a la frontera  con Venezuela. Esto generó un flujo inevitable de contactos entre guerrilleros, paramilitares y todo tipo de actores violentos. En segundo lugar está el intento de golpe de estado contra Hugo Chávez, sumado al paro petrolero que este tuvo que enfrentar al mismo tiempo lo que tenía al mandatario enfocado en identificar y perseguir a todos los que intentaron defenestrarlo, lo que le dio todo el poder posible a los Soles que empezaron a negociar tranquilamente con todos los actores macabros del conflicto colombiano, al tiempo que aplastaban todo intento de oposición en su propio suelo, dado que para ellos era supremamente importante cooptar el estado venezolano para incrementar sus ganancias a través de fugaces pero eficaces esquemas de corrupción.

Sin querer, Chávez le dio estatus político al crimen -hasta ese momento desorganizado venezolano-, pues luego del intento de golpe de estado empezó a desconfiar totalmente de los civiles y decidió entregarle el control de hospitales, aduanas, Ministerios a Generales de alto rango, con un sol en sus charreteras. Es quizás en ese momento en que estos delincuentes pasan de ser moleculares a organizados pues montaron una red de corrupción estatal igual o peor a la que Chávez juró combatir con su vida de ser necesario.

Cuando los Soles toman el control del Estado, sus actividades se diversifican pero nunca dejaron sus mayores fuentes de ingresos, a saber: minería, narcotráfico, trata de personas y tráfico de armas.

Conviene preguntarse si estos grupos autónomos e independientes de criminales han cometido crímenes desde el Estado.

Dado que Los Soles no son una estructura jerárquica, no tienen, no cuentan con códigos propios de las mafias, ni con mapas de reparto territorial ni con registros de un Crimine o alto mando delincuencial, empezaron a  ser denunciados públicamente por sus delitos y sus respuestas fueron dispersas, desorganizadas, procediendo a ejecutar a todo aquel que se atreviese a desenmascararlos, pero de modo grosero. Una de sus víctimas más notorias fue el periodista Mauro Marcano quien acusó a Alexis Maneiro, al Comandante de Brigada y Director de Inteligencia de ser un narcotraficante junto a una docena de Soles.

A Marcano lo asesinaron sicarios. No se abrió ninguna investigación contra Maneiro, y el gobierno de Chávez decidió transferirlo a un cargo menos notorio igual que hace la Iglesia con los curas pederastas.

Ahora bien, usted nunca le debe creer a ningún criminólogo que no hable amparado en data verificable. La pregunta es, si, a partir de las denuncias y sospechas sobre actividades propias del narcotráfico se tienen hallazgos que nos permitan sostener que en Venezuela se había formado un Cartel mimetizado en el mismo Estado. La respuesta es esta:

Para el año 2004, la Oficina de la Casa Blanca para la Política Nacional de Control de Drogas tenía cifras oficiales que desde Venezuela habían salido 50 toneladas de cocaína con rumbo a Miami y que al menos esa es la cantidad que se pudo incautar.

Apenas tres años más tarde, en 2007,  la US Government Accountability Office daba cuenta de 250 toneladas incautadas. Toda esta cocaína salió de Venezuela, claro, pero también sale de Colombia, de Brasil, de Perú, de Ecuador y ahora, hasta de Chile.

La movida se había facilitado porque en 2005 el gobierno de Chávez acusó a la DEA de espionaje y tiró abajo toda la implementación de sistemas para detectar drogas en Puerto Cabello uno de los enclaves del narcotráfico, sin embargo en otros países de la Región existen incluso bases norteamericanas y el envío de drogas triplica los volúmenes que salen desde los puertos venezolanos.

En 2008, el Pollo Carvajal, jefe de la Inteligencia venezolana fue capturado en Aruba bajo acusaciones de nexos con el narcotráfico colombiano y conspiración para enviar drogas a EE.UU. Fue liberado por pedido del gobierno holandés.

En 2011 una avioneta con 1.400 kilos de cocaína había salido de una base militar venezolana (La Carlota) con rumbo a EE.UU., se estrelló. El gobierno y los militares dieron versiones contradictorias sobre el accidente. Esto prueba que hay oficiales involucrados en envíos de drogas desde Venezuela a EE.UU., pero no prueba que exista un narcoestado.

Los escándalos no se han detenido. Como el avión de Air France que salió de Caracas y que aterrizó en París con 1.3 toneladas de cocaína envuelta en maletas. Por este caso, decenas de oficiales de la Guardia Nacional fueron capturados pero militares sudamericanos implicados en delitos transnacionales hay en todos los países.

Es probable que Chávez haya ignorado todos estos movimientos. No existe la más remota evidencia de su participación en estos crímenes, pero el que sí estaba al tanto de todo era su Jefe de Seguridad, Leamsy Salazar, quien en 2015 ha acusado a Diosdado Cabello de ser el capo de un cartel de drogas. No lo excluyo. Es altamente probable que estas acusaciones sean ciertas, pero ¿hay que creerle a todo coimputado así por así? La investigación en este punto debe continuar.

En agosto de 2016, Estados Unidos imputó formalmente pliegos de cargos federales contra el exdirector general de la agencia antinarcóticos de Venezuela, Nestor Luis Reverol Torres, y contra el exsubdirector del mismo organismo, Edylberto José Molina Molina. El día después de que se hicieran públicas las imputaciones, el presidente venezolano Nicolás Maduro premió a Reverol nombrándolo como su nuevo ministro de interior. Grave error de Maduro, propio de su tozudez y prepotencia. Debió colaborar con la investigación para llegar a la verdad.

¿Son “Los Soles” un cartel desde una visión estrictamente científica criminológica?

El expresidente ecuatoriano Rafael Correa hace pocos días expresó que el cartel de Los Soles era un invento, una payasada. En esa misma línea, el actual presidente colombiano Gustavo Petro, habla de una narrativa que se intenta instalar en estos momentos para justificar una intervención en la Región.

Mis diferencias personales con el expresidente de Ecuador son notorias y dolorosas. Cada vez que me atreví a pensar por mí mismo, a plantear críticas serias a sus decisiones de convertir en autoridades a gente sin escuela, sin un recorrido de lucha social solo porque tenían dinero para pagarse campañas millonarias amparados por su imagen, fui blanco de sus insultos más deleznables. Durante su gobierno, durante 10 años no dejó de perseguirme y atacarme, cuando cayó en desgracia con la propia estructura de persecución judicial que montó. En lugar de aplaudir los juicios infames en su contra, salí a defender la vigencia de un estado de derecho y repudié, incluso escribiendo libros y dando conferencias en Europa, la implementación de un derecho penal de autor, pero más allá de esas discusiones, Correa tiene razón en este punto: no existe evidencia seria que nos lleve a hablar de un Cartel denominado Los Soles.

Ambos, desde una visión estrictamente científica, tienen razón.

Para finalizar quiero ratificar mi postura personal; Maduro es un dictador, un sujeto que controla todos los poderes en Venezuela, que limita la libertad de expresión, que ha reconocido la existencia de presos políticos, que ha gobernado con el libreto de derecho penal de autor, es un sujeto que lidera un estado abiertamente corrupto pero no existe la más remota evidencia que esté implicado en actividades propias del narcotráfico o conexos.

Los Soles son la definición que se le puede otorgar a toda una casta de funcionarios corruptos implicados en los más diversos delitos aprovechándose por supuesto de sus roles estatales.

Sin embargo, nunca fueron una estructura jerárquica, no tienen ninguna de las características propias de un Cartel. Son en su mayoría, militares, porque en toda dictadura, los uniformados son los que toman realmente el poder a veces, como en Venezuela, bajo la ficción de una democracia presidida por un civil, pero se trata de grupúsculos, de tribus de militares que durante años han estado en un “agarra lo que puedas” prevalidos de la inexistencia de un aparato investigativo ni judicial que le pueda poner límites a sus ambiciones.

El cuento de El Cartel de los Soles como en Wag the dog llega justo cuando Trump está involucrado en un escandalo sexual por el caso Epstein. No soy antinorteamericano, leo mucho desde muy joven y eso me impide albergar este tipo de sentimientos propios de los salvajes. Amo a Estados Unidos, profundamente del mismo modo en que amo la vida. Lo que si soy, abiertamente es anti-imperialista. No voy a aplaudir esta farsa que es el pretexto perfecto para invadir Venezuela, solo porque los señores de la guerra quieren que esto se aplauda. Si me tengo que quedar sin visa por decir la verdad, pues, de malas, pero no me voy a morir con la carga emocional de respaldar porquerías.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *