Jugar es el aprendizaje serio
Renata tiene un mes de vida. Su mamá, Mishell, planeó su nacimiento con un cronograma muy bien planificado. “Con 30 años, tendremos a nuestro primer bebé”, se organizó, hace tres años, antes de casarse con Andrés –su esposo, a quien conoce desde épocas colegiales–. Desde esa primera decisión compartida en pareja, Renata ya tenía una ventaja en este mundo: la responsabilidad compartida de sus padres, su familia y su comunidad. Desde su concepción, Renata contaba con un entorno sano en el que su neurodesarrollo evolucionará de manera óptima, bajo cuidados cariñosos, sensibles y responsables. Conoció el mundo exterior el 2 de agosto de 2025 y su pequeña vida no es más que gozo y dicha en un hogar estable y de ingresos fijos.
Para otras infancias en Ecuador, la situación es distinta.
Sentado en su cochecito –en ocasiones en un cartón colocado en la esquina de una farmacia o cerca de su mamá– un bebé de aproximadamente 1 año observa a miles de carros y cientos de personas pasar rápidamente por la avenida 10 de Agosto, en Quito, mientras su mamá vende bebidas energéticas en uno de los semáforos de la arteria vial capitalina. Para dormir, lo arrullan los sonidos del tráfico, sus sábanas afelpadas, y la promesa de estar pronto en los brazos de su madre. ¿Sus juguetes? Su biberón y un peluche de patito.

Para llegar a su puesto de trabajo, Cynthia –quien se encuentra en su séptimo mes de embarazo– debe subir tres pisos después de bajar 650 metros desde la parada Seminario Mayor luego de haber tomado un bus desde el sur de Quito. En el último mes ha tenido sangrados e inclusive ha debido acudir al doctor para que le recetaran inyecciones puesto que su bebé –a quien planea llamar Natanael– se encuentra bajo de peso. No planea dejar su trabajo temporal. En la crisis económica que actualmente atraviesa Ecuador, no tener trabajo no es una opción. Natanael será su tercer hijo. Cynthia tiene 29 años.
Ni las maternidades, ni las infancias en Ecuador tienen un desarrollo similar y digno en el país. A las últimas se suman a los datos de:
- Desnutrición crónica infantil en menores de dos años (19,3 % a nivel nacional según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) en septiembre 2024) y de 2 a 5 años (16,4 %).
- Muertes violentas (de 294 casos en el primer semestre de 2025, de acuerdo a información del Ministerio del Interior, 16 muertes son de menores de 0 a 4 años y 6 de niños entre 5 a 9 años).
- Muertes por falta de insumos médicos (se confirmó el 9 de agosto de 2025 que 12 bebés murieron en el Hospital Universitario de Guayaquil).
- 49,4% de niños y niñas del país viven en una situación de pobreza.
- 53,9 % menores de cinco años está libre de maltrato físico y 46,6 % no son víctimas de maltrato psicológico.
Según el último censo realizado en Ecuador en el año 2022, en el país hay 3,3 millones de niñas y niños de 0 a 11 años. 71 % corresponden a primeras infancias (0 a 8 años).
Podríamos decir que, como país, nuestro entorno y las dinámicas sociales en las que las infancias se desarrollan, no son las más adecuadas. Para su neurodesarrollo óptimo, son 5 las claves en la primera infancia:
- Alimentación saludable.
- Insumos y servicios básicos para crecimiento y salud.
- Perfil del adulto.
- Cuidado sensible y consciente.
- Aprendizajes tempranos.
En este último punto, en cuanto al desarrollo infantil, a pesar de que solo 4 de 10 niños en el país tiene uno o más libros en sus casas, 8 de 10 niños tienen acceso a uno o más juguetes en sus hogares.
Aprenden porque juegan; elevan su descubrimiento de la vida en el juego; su imaginación y su libertad se convierten en la base para toda su existencia. Y ahí, en el juego, puede estar el secreto del cambio.
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El juego como ensayo de la vida
Al Museo Interactivo de Ciencia (MIC) le llegan antiguos ecos de ferrocarril, juguete predilecto de un poder que desmanteló el proyecto de lo público y la vida de un sector –Chimbacalle– que se erguía orgulloso y obrero ante los soplidos de silbatos y el rechinar de los fierros; lo bordea también el río Machángara, que gracias a una acción judicial interpuesta en 2024, fue declarado sujeto de derechos. ¿La razón?: la contaminación de sus aguas. En este espacio –antes fábrica de hilos y tejidos “La Industrial” de 21 mil metros cuadrados– se encuentra AWAWA, sala de primera infancia y espacio que es “hogar y reflejo de la vida: provocador” en palabras de Paulina Jáuregui, coordinadora del MIC.

A AWAWA le corresponden 1.550 metros cuadrados para la primera infancia entre túneles de madera; juegos de luces; grandes redes que se asemejan a raíces, caracoles, cortinas o ventanas (todo dependiendo de qué tanto pueda ver la imaginación); cubículos en forma de panales; paredes de escalada, ambientes que recuerdan a las columnas de basalto en Islandia; historias por completarse en las paredes. Eso sí, antes de entrar se debe tener en cuenta dos cosas muy importantes: no se puede entrar con zapatos y, la más importante de todas: los wawas –palabra quechua para referirse a los niños o bebés– son protagonistas de sus aprendizajes.
El espacio de AWAWA está inspirado en la metodología Reggio Emilia, basado en el enfoque participativo, donde los niños son protagonistas de su propio aprendizaje gracias a su curiosidad innata para desarrollar de esta manera su creatividad; además, esta metodología reconoce en las primeras infancias el derecho de los niños al acceso de espacios culturales, como pequeños ciudadanos. Paulina explica que el espacio de AWAWA está también dirigido a la gestión de las emociones, punto crítico que aumentó de manera exponencial en la pandemia del COVID-19. “Desde pequeños, no te enseñan a gestionar tus emociones. Te dicen que todo el tiempo debes estar feliz y eso es imposible: todas las emociones son necesarias y responden a una necesidad. Es importante tomar conciencia de esto. En el juego además reconoces tu cuerpo, hasta dónde llega. También aprendes a comunicarte con los demás. Tienes que interactuar con otros. Así comienza la vida”, menciona.

Los cuidadores también toman parte activa en este espacio gracias al descubrimiento y su horizontalidad, que son parte de hacer ciencia también, despertando la imaginación para obtener herramientas e imaginar todo como un juego en el reconocimiento, la curiosidad, el acceso a espacios que les permitan (re)aprender y explorar nuevos mundos en espacios seguros que te permitan ser para poner en contexto el derecho al ocio, la confianza, las fallas, la reflexión: el riesgo seguro al desafío que les sugiere el juego y sus múltiples maneras de explorar la vida.
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Danza: una estrategia pedagógica
Valery Intriago y Victoria Mogro juegan siempre. Ambas, maestras en sus diferentes disciplinas –danza clásica y contemporánea la primera; capoeira, la segunda– han conectado con sus niñas internas a través del movimiento, que puede derivar en espontaneidad, coordinación y equilibrio. Ambas también estudiaron comunicación social y reconocen que, más allá de las palabras, también existen lenguajes que pueden transformarse en conductores de aprendizaje y juego, de libertad e identidad. Para ambas educadoras de arte, la danza como juego es una estrategia pedagógica que amplía la exploración y la creación para aprovechar la expresión artística de nuestra humanidad.
Ninguna se conoce, pero sus reflexiones sobre la danza como forma lúdica de aprendizaje dialogan juntas y se conectan:
- Valery: La danza a cualquier edad que se la realice se ha demostrado que brinda múltiples beneficios en la salud física, emocional y mental. Por supuesto, en lo social aporta muchísimo como en darnos seguridad y proyección.
- Victoria: También funciona para transmitir a los niños ideas sobre empatía, amistad y cooperación con los otros. Esa otredad significa aceptar las diversidades que existen en la vida. Danzar significa tener conciencia de los demás.

- Valery: Cuando hablamos de la primera infancia y su formación desde el arte, es necesario implementar herramientas lúdicas. Niños que aprenden a través del juego, fortalecen significativamente la creatividad e imaginación, que estimuladas constantemente, desarrollan espontaneidad. ¿Resultado? Un infante seguro de sí mismo con capacidades afectivas y emocionales que le permitan afrontar desafíos en su entorno y crear conexiones socialmente. La exploración del movimiento se construye un espacio en el cual los niños puedan crear su propio lenguaje no verbal y comunicarse.
- Victoria: El movimiento, el desplazamiento, el acompañamiento, son parte de las expresiones libres de los niños. En la educación, respecto a la expresión corporal, se dialoga no solo entre docente y niños, sino también con los padres, que también pueden incluirse en las clases que se imparte a los niños. Con la capoeira en particular, no solo se dialoga con el cuerpo, sino con su historia afroindígena de resistencia, a través de otro idioma como el portugués y el trabajo en equipo. Con eso también brindas herramientas tanto culturales como sociales. Además, junto con la música, nacen otras inspiraciones, otros juegos, otras formas de ser.
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El juego también es político
Mariana Alvear es docente de coyuntura social y política en la Universidad Central del Ecuador cerca de una década y madre desde hace 5 años. Sabe que las primeras infancias y el juego también son políticos en medida en que interviene el espíritu crítico, así como la toma de decisiones. “La creatividad y la imaginación en el juego son parte del pensamiento crítico pues las infancias reconocen cómo está su entorno, fomenta la resolución de problemas y les da apertura para el fallo, el error, el volver a intentar. En personas entre 18 a 25 años, puedes evidenciar cómo esa parte lúdica de las infancias debe ser fortalecida debido a que en la juventud y adultez, se necesita tener desarrollada la habilidad de interpretar la realidad”, puntualiza.

En las primeras infancias, el juego es la manera en la que, aparte de construir y moldear sus identidades, les ayuda a entender normas de convivencia, dinámicas sociales y autonomía, bases para un desarrollo comunitario saludable y de defensa a derechos fundamentales como el mismo juego, “libres e iguales en dignidad y derechos y dotados de razón y conciencia, para comportarse fraternalmente los unos con los otros” (Artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos).
Marilyn Urresto es socióloga feminista y colaboradora en procesos de participación juvenil. Trabaja de manera continua y muy cercana con comunidades populares de barrios empobrecidos de la ciudad de Guayaquil y conoce en primera persona lo que significa la precarización de la vida, la nulidad de derechos básicos y con ellos, la falta de dignidad que ocasionan las violencias estatales y de economías criminales.
“El juego es una herramienta potente para la cohesión social. Abre posibilidades de diálogo y une a la niñez con los ámbitos más adultos de las comunidades; además, también se pueden detectar violencias tempranas para saber cómo abordarlas. Cuando logramos tener espacios seguros, de juego e integración, no solo para las primeras infancias, sino para niños, niñas y adolescentes, le estamos ganando la batalla a la violencia y al crimen organizado. El juego funciona también como una instrumento de prevención y ayuda a construir proyectos de vida, de futuro: posibilita otros lenguajes e integraciones”, afirma.
Mariana cree que es fundamental la articulación que debería existir entre el juego en la primera infancia y la reducción de desigualdades sociales porque se hablaría de dignidad en lo lúdico y el consumo cultural sin que esto tenga que depender de una postura política o económica. “Todas las infancias tienen derecho al acceso a la cultura, a espacios educativos de calidad y con esto, a tener tiempo para el juego y sus posibilidades de aprendizaje. Esto no solo es responsabilidad de padres y cuidadores, sino que depende del accionar y las voluntades políticas de las autoridades quienes no vuelcan su mirada hacia las infancias, quienes, al crecer y de llegar a formar sus familias, replicarán aquellas prácticas anacrónicas”, sostiene.

El acceso limitado a espacios y recursos para el juego afecta al desarrollo socioemocional de las infancias. Al no tener las herramientas que el juego te brinda, en opinión de Marilyn, las infancias crecen con limitaciones para la sociabilización y su desarrollo en comunidad, para el diálogo. “Desde la investigación y estudios que demuestren la importancia del desarrollo psicoemocional de las infancias gracias al juego, se pueden crear políticas públicas ligadas al desarrollo, seguridad integral y bienestar psicosocial de las infancias. Los espacios seguros son claves para la prevención de las violencias. El juego también es una herramienta para tomarse el espacio público, las calles en los barrios, y dinamiza a la comunidad, su integración y su sentido de pertenencia. El juego no solo incluye a las infancias, sino a los líderes comunitarios y a las personas que reconocen a los niños como sujetos de derechos. Las calles también deben convertirse en espacios seguros para el desarrollo, quizás no ahora, pero en un futuro. El crecimiento en ocasiones nos arrebata el deseo de integrarnos desde la risa, desde la alegría, y eso hay que retomar, al menos en contextos actuales como el nuestro. El juego también es una forma de resistencia”, manifiesta.
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¿Qué tan bien juega la primera infancia en Ecuador?
El Instituto Ecuatoriano de Evaluación Nacional (INEVAL) se encarga de evaluar los estándares académicos de autoridades y estudiantes ecuatorianos de todo el territorio nacional a través de varias pruebas. Entre sus programas de evaluación, existe uno en particular orientado a estudiantes de 5 años del primer grado de educación general básica llama Ser Estudiante En La Infancia (SEIN), el cual utiliza la gamificación o ludificación –juegos en el ámbito educativo– para evaluar los conocimientos de niños y niñas en todo el país.
La evaluación SEIN se viene implementando desde el año 2022 bajo las siguientes características:
- Se establecen dos fases de evaluación: prevaloración (90 minutos) y posvaloración (150 minutos).
- Se realiza a través de la gamificación, que permite evidenciar el desarrollo de determinadas habilidades y destrezas por medio de una metodología de prácticas lúdicas.
- Su objetivo es diseñar políticas públicas que incidan tanto en el desarrollo físico, afectivo, cognitivo y social en la primera infancia como en los aprendizajes de los niños y niñas que ingresan al Sistema Nacional de Educación.
Desde 2022 a 2024, 13.629 estudiantes de 538 instituciones educativas (datos posvaloración) han sido evaluados mediante el SEIN en cinco materias: matemática, lengua y literatura, ciencias sociales y ciencias naturales.

Jeniffer Chávez, docente de lengua y literatura, trabajó para el INEVAL. En su experiencia –particularmente en su área de experticia– reconoce que el juego permite generar empatía, colaboración y resolución de conflictos. “Cuando los niños comparten juguetes, se asignan roles en un juego, crean historias en grupo, escuchan a sus pares, empiezan a ceder, esperar turnos y comprender sus emociones. Estas habilidades socioemocionales contribuyen en el desarrollo integral, ya que constituyen competencias necesarias para la convivencia y la construcción de relaciones”, afirma.
En un contexto nacional en el que solo 4 de 10 niños cuentan con uno o más libros en sus hogares, Jeniffer tiene la seguridad de que el juego es clave para la enseñanza de la literatura y el desarrollo de la imaginación. “Mediante actividades como dramatizar cuentos, inventar finales alternativos o crear personajes propios, los niños no solo se familiarizan con el mundo literario, sino que lo transforman y lo hacen suyo. A largo plazo, se fomenta su gusto por la lectura, se estimula su creatividad narrativa y por tanto, sus habilidades cognitivas”, asegura.
Para Jeniffer, incorporar el juego en la enseñanza de lengua y literatura o habilidades lingüísticas en la primera infancia es esencial ya que permite transformar el aprendizaje en experiencias significativas. Por ejemplo, en un aula de clase se pueden implementar actividades como dramatizaciones, adivinanzas, narraciones o trabalenguas en las que los niños no solo adquieren vocabulario y estructuras gramaticales, sino que también ejercitan su escucha, expresión y comprensión. El juego les permite experimentar con las palabras sin miedo a equivocarse, potenciar su seguridad y por supuesto su expresión oral.
Según los resultados obtenidos por INEVAL, del año lectivo 2022-2023 al 2023-2024 existen avances significativos en las cuatro áreas del conocimiento antes descritas; sin embargo, existe la posibilidad de mejorar en el siguiente aspecto: la habilidad de reproducción de secuencias numéricas.

Según Diego Paz Enríquez, psicólogo educativo, el papel del Estado es fundamental para que el juego sea considerado como herramienta pedagógica en la primera infancia y así poder mejorar el rendimiento académico a largo plazo.
“Cuando los niños experimentan un entorno educativo que valora el juego, llegan a la primaria con mejores niveles de atención, lenguaje, memoria y habilidades para trabajar en equipo. Esto reduce las tasas de rezago escolar y fomenta trayectorias educativas más sólidas. Al mismo tiempo, el juego fortalece los procesos de inclusión de todas las diversidades, contribuye con el bienestar socio emocional y físico así como genera mejores espacios de convivencia. Por tanto, la inversión estatal en programas que promuevan el juego es una medida estratégica que impacta directamente en la calidad del sistema educativo, pero debe estar en el marco de un plan de reducción de desigualdades en el corto, mediano y largo plazo para que efectivamente sea transformador”, manifiesta.
El juego, para Diego, es una escuela temprana de convivencia. Al compartir reglas, negociar turnos y crear mundos imaginarios colectivos, niñas y niños aprenden a ponerse en el lugar de los demás, a reconocer emociones ajenas y a trabajar de manera colaborativa. Estas experiencias tempranas de empatía y cooperación no solo son habilidades sociales, sino que constituyen la base para sociedades más pacíficas, solidarias y democráticas.
En un contexto como el nuestro, atravesado por desigualdades y conflictividades, el juego tiene el potencial de sembrar prácticas de convivencia armónica y respeto por la diversidad. Invertir en esta dimensión significa proyectar una ciudadanía que valore el bien común por encima de la competencia excluyente.
Por Sebastián Vera