julio 27, 2024
Opinión

No a la improvisación, sí a la lógica

Ciertos enunciados de las entidades gubernamentales en Ecuador llaman mucho la atención por la manera tan particular de sugerir soluciones a algunos de los problemas más importantes que enfrentamos los ecuatorianos.

Hace algunas semanas, por ejemplo, fuimos testigos de la polémica campaña ‘Dile no a la extorsión, no pagues’, presentada por la Gobernación del Guayas en conjunto con la Unidad Antisecuestros (Unase) de la Policía Nacional. El objetivo, según ellos, era que los ciudadanos denunciaran y se pudieran librar de este delito.

Hace varios días también nos topábamos con los afiches de la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE), que dictaban: ‘No caigas en huecos’. Y es que de buenas intenciones está lleno el infierno, dicen. Porque si ponemos estas curiosas iniciativas gubernamentales bajo el filtro más elemental llamado «lógica formal» (aquella que no admite relatividad) nos damos cuenta de la poca aplicabilidad de estas iniciativas en nuestra vida práctica. Si estas ideas no son una burla al intelecto de la población, podríamos pensar que a algunos servidores públicos les está fallando un poquito el sentido de la realidad. Vamos por partes:

La lógica formal es una rama del estudio filosófico que intenta dibujar las formas correctas o más válidas de la razón. Utiliza la deducción y otros pasos esenciales para poder obtener conclusiones de forma bastante rigurosa. Un ejemplo de lógica formal es cuando deducimos, gracias a nuestro bagaje cognitivo, que si los animales mamíferos tienen glándulas mamarias y la vaca produce leche, entonces la vaca es un animal mamífero. No hay dónde perderse, ¿verdad? Dentro de esta disciplina que es tan necesaria para validar todo tipo de argumento, no caben las falacias informales, es decir, las expresiones ambiguas, las posturas subjetivas y los hechos improbables.

Entonces, si en 2022 hubo 13.130 denuncias por extorsión en Ecuador (cifra bastante escandalosa), y solo 66 de esos casos alcanzó una sentencia, qué sentido tiene la campaña ‘Dile no a la extorsión’ que no sea el de insinuar que usted mismo con su silencio alimenta su propia tragedia. La lógica formal (información y estadísticas) nos dice que el sistema judicial está saturado y las víctimas tienen que enfrentar amenazas de muerte precisamente por denunciar o mientras transitan por interminables e infructuosas etapas procesales. En un escenario así no cabe ningún experimento comunicacional que desmerezca la enorme valentía de tener que abrir su negocio cada día para poder subsistir. Habría sido más sensato ahorrarse esta campaña que parece haber nacido en la charla de un ascensor, para dar lugar a un verdadero plan de política criminal que prevenga estos delitos y no solo los lamente.

En otro escenario, cuando apenas el 13% de la red vial del Ecuador está en buen estado, llega otra institución a pedir que, mientras duren las lluvias, ‘No caigas en los huecos’ y, pues, me cuesta mucho creer que caer en baches cubiertos de agua sea la nueva pasión de todos los ecuatorianos. Sobra decir que como conductores responsables tenemos que respetar los límites de velocidad, pero ¿no le parece incongruente que le pidan textualmente no caerse en los huecos, mientras en provincias como Guayas, la lluvia acumulada nos cubre hasta los espejos retrovisores? La misma historia se repite en Manabí, Azuay, Los Ríos, Napo donde no solo hay baches cubriendo todos los carriles, sino también socavones y derrumbes. Quienes habitamos en estas zonas tendremos que hacer un esfuerzo por entender a la Comisión de Tránsito, porque su misión es implementar planes y tecnologías que reduzcan la siniestralidad, pero su lógica es pedir que nos acostumbremos a transitar por calles destruidas.

Cabe señalar que este malestar no es solo mío. En redes sociales, la indignación por estos enunciados es constante y preocupa. Preocupa porque no hay consonancia entre el Gobierno y las necesidades reales de la gente. Preocupa que no se tomen el tiempo necesario para estructurar un mensaje con los criterios más básicos. Preocupa porque más allá de cualquier falla que se refleje en el manejo de la comunicación, está la evidente incapacidad de algunas autoridades de garantizarnos políticas públicas integrales, espacios dignos y seguros, vías funcionales y bien señalizadas.

Mañana empezará un nuevo día en el país de las cifras del horror y con mucha soltura nos pedirán que resolvamos todo con un mágico «no», esa palabrita que combate aparentemente todos los males de nuestra sociedad. A los ciudadanos nos queda iniciar una campaña que le diga «no» a los consejos improvisados, «sí» al rescate del pensamiento lógico.

Por: Andrea Palma – @andreapalmaec

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