julio 5, 2024
ActualidadGelitza RoblesPortada

Dayana, la vendedora que fue desalojada en Los Ceibos, recibirá una beca para terminar el bachillerato

Hay dos cosas que son ciertas:  la educación cambia vidas y, a pesar de toda la violencia que se vive en el Ecuador, la gente buena siempre resalta sobre la malintencionada. Cuando conté la historia de Dayana Sánchez, la vendedora ambulante que fue desalojada por el Municipio de Guayaquil del sector de Los Ceibos, mi buzón de mensajes y el de La Contra se repletaron de textos similares: ¿cómo la puedo ayudar?

Entre esos mensajes estaba uno de la Sociedad de Beneficencia de Señoras de Guayaquil (SBSG) que me decía que querían contactarse con ella. Querían darle una beca para que terminara su bachillerato, que quedó inconcluso hace aproximadamente tres años, cuando nacieron sus dos niñas y ella decidió dedicarse por completo a su cuidado.

Lo que le ocurrió a Dayana tocó el corazón de muchos. En su hogar, el dinero escasea. Como a muchos ecuatorianos, ni ella ni su esposo consiguen tener un empleo regular y la necesidad la empujó a ella, que nunca había pisado la calle, a vender pasteles para poner ayudar a su pareja, que trabaja eventualmente en una avícola.

Tenía menos de una semana con su puesto de pasteles, cuando una denuncia, a través de redes sociales y que el Municipio de Guayaquil gestionó de inmediato, destrozó sus esperanzas de conseguir esos ingresos. Policías municipales la desalojaron y, lo que parecía en un principio algo triste, desembocó en la oportunidad que la joven, de 20 años, necesitaba para continuar estudiando. Porque, como me repitió durante toda la entrevista Tatiana Arias, “los buenos somos más”.

Tatiana es la rectora de la Unidad Educativa San José, el colegio donde ya se matriculó Dayana y terminará sus estudios totalmente gratis. Además, recibirá asistencia emocional porque personas como ella, se ven expuestas a diferentes grados de violencia por el contexto en el que viven.  Tatiana lo sabe bien. Así como también sabe que la educación cambia vidas.

Una sonrisa ilumina su rostro cuando me cuenta que se vio identificada en Dayana, en cuando leyó su historia en La Contra. La rectora también nació y creció en un hogar de escasos recursos económicos, donde se tenía que escoger entre estudiar y comer. Tuvo suerte, reconoce, porque ella también pudo estudiar gracias a una beca de la SBSG.

No solo que logró salir, a causa de la educación gratuita que recibió, de un contexto de pobreza, sino que fue abanderada de su colegio y ahora es rectora del San José, tiene un Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Málaga y está sacando un PhD. La rectora sabe muy bien que personas como ella y como Dayana, que crecieron en un contexto de pobreza, necesitan de un doble de esfuerzos y hasta golpes de suerte para poder estudiar.

Un proyecto para ayudar a personas con escolaridad inconclusa

El colegio San José es parte de Unedis (Unidad Educativa a Distancia), una institución auspiciada por la SBSG que ayuda a personas con escolaridad inconclusa, como Dayana, a terminar sus estudios de bachillerato. Unedis le otorgó una beca completa a Dayana, luego de que fuera desalojada por el Municipio de Guayaquil y fuera impedida de trabajar en Los Ceibos.

“Ella ya firmó la matrícula el pasado 27 de septiembre”, cuenta Irene Miranda, miembro del directorio de la SBSG y quien ideó el propósito de dar educación a personas con escolaridad inconclusa. Detalla que este proyecto empezó en abril de 2023 y ayuda a quienes no pudieron terminar la secundaria.

Según la Encuesta Nacional Empleo, Desempleo y Subempleo (Enemdu) del Instituto Nacional de Estadísticas y censos (INEC), Ecuador tiene una de las tasas más elevadas de analfabetismo de la Región Andina. Se estima que el 6,37 % de la población no sabe leer, escribir o realizar operaciones matemáticas básicas. En nuestro país, 5,7 millones de personas –mayores de 15 años– tienen escolaridad inconclusa.

Dayana está conmovida con todo el apoyo que ha recibido desde que se conoció su historia. Lo que inició con una denuncia mal intencionada, terminó en bendiciones para ella. “Mi familia me apoya, dice que aproveche esta oportunidad. Estoy contenta porque mi sueño era estudiar”, dijo la joven comerciante, que ahora está dedicada a cuidar a sus niñas.

Irene detalla que Dayana, que se quedó hasta noveno año de educación básica, recibirá las clases de manera virtual y en horarios flexibles que se adapten a sus rutinas. Cada año escolar es de cinco meses. “Nosotros como SBSG vamos a asumir los costos de la matriculación y pensión”, dijo.

Sus clases empezarán en octubre y no puede estar más feliz.  Es una noticia que no solo la alegra a ella. Tanto Irene como Tatiana están felices de poder hacer su sueño realidad. Cuando me contaron sobre el proyecto (Aquí puede saber más de él y cómo ayudar), repetían las dos frases con las que empecé este texto “la educación cambia vidas” y “los buenos somos más”.

Empecé a contar la historia de Dayana con la tristeza e indignación que parece generarnos cada noticia por estos días. Primero, por la forma en la que la denunciaron y, segundo, por la forma en la que el Municipio de Guayaquil -que continúa hasta hoy sin responder nuestras solicitudes de información- la desalojó, pero me despido de Irene y Tatiana con la esperanza algo renovada. Con la satisfacción de saber que, aún en estos tiempos difíciles para todos, hay personas como Tatiana e Irene y proyectos como el de Unedis trabajando por el otro, tendiendo puentes al futuro desde la empatía.

Cada persona que se ve empujada a trabajar las calles de nuestras ciudades, cada día más hostiles, tiene una historia que los llevó hasta allí. Qué importante es conocerla y entenderla. Qué importante es pensar en el otro.

 

Por Gelitza Robles – @gelitzarobles

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