Olón: un paraíso desprotegido
Como visitante recurrente de las playas de Santa Elena y sus localidades, me entristece enormemente la situación de desamparo en la que se encuentra el Esterillo Oloncito.
En un universo paralelo, «Olón» sería tendencia en redes sociales por recibir ayuda estatal frente a la cantidad infinita de problemas ecológicos a los que se enfrenta esta comunidad constantemente, desde el incorrecto manejo de los desechos, hasta la tala indiscriminada de árboles. Pero no. Olón es tendencia por todo lo contario, porque un grupo de poderosos juegan a la hacienda con este pobre pedazo de tierra.
Unos trabajadores no identificados han talado la vegetación del manglar a las orillas del Esterillo Oloncito, un lugar con 2,5 hectáreas de árboles endémicos, aves y cinco especies de manglar, ¿para qué?, para la construcción del proyecto inmobiliario ECHO que enriquecerá los bolsillos de los mismos de siempre.
El escándalo ambiental en Olón involucra a la primera dama Lavinia Valbonesi, al presidente Daniel Noboa, a la ministra de Ambiente Sade Fristchi y otros altos funcionarios del actual gobierno, a quienes no les interesa ni siquiera guardar las apariencias, por lo que este tema no debería olvidarse fácilmente, no obstante, la impresionante capacidad que tenemos los ecuatorianos para ignorar los episodios más dolorosos de nuestra historia.
Cabe resaltar la asombrosa valentía e ímpetu de los residentes que denunciaron el hecho, instalándose con pancartas en la zona para evitar que se siga cometiendo un ecocidio, aun cuando se dispuso que militares y policías cercaran la zona, un acto bochornoso y preocupante, digno de este gobierno prepotente.
Según Fundación La Iguana, los estudios para la construcción del proyecto urbanístico ECHO se realizaron por la compañía Geosísmica, que tiene entre sus accionistas al ministro de Energía, Roberto Luque. Mientras el Ministerio del Ambiente habría otorgado el registro ambiental para el proyecto con una velocidad impresentable, a pesar de tratarse de una zona protegida.
Quiero pensar que una investigación seria viene en camino y que todas estas irregularidades y conexiones políticas detrás del caso serán reveladas sin misterios, aunque sé que estoy pidiendo mucho.
Entre tanto, los comuneros de Oloncito necesitan nuestro apoyo durante todo este proceso. Ellos han luchado desde hace más de dos décadas para que las autoridades declaren el lugar como bosque y vegetación protectora, una condición que le otorga derechos constitucionales.
Ruego a la ciudadanía que la indignación nos dure lo suficiente como para apoyar la protección de la naturaleza y los derechos de esta comunidad.
Por Andrea Palma