julio 5, 2024
Estefanía ParejaOpiniónPortada

A propósito del 420: el cannabis, ¿ayuda o perjudica?

Hoy es 20 de abril y para los conocedores de la cultura cannábica, es un día en el que se celebra el cultivo y consumo de la marihuana. Es conocido no oficialmente como el Día de la hierba, del cáñamo, de la weed, de la María.

Y este día, a más de haberse convertido en una excusa para que los centennials entusiastas pregonen que se pegan sus porros, muchos se zambullen en el eterno debate: ¿fumar marihuana es bueno o malo? Vamos por partes.

La Cannabis Sativa, Cáñamo o más conocida como Marihuana es una planta herbácea que proviene de Asia y se la conoce hace más de 5.000 años. Se la ha utilizado de todas las formas que nos podamos imaginar:  con fines medicinales, para hacer textiles, combustibles, papel y, por supuesto, para fines recreativos.

La polémica que circunda esta planta milenaria nace en su composición química y los efectos que produce en los seres vivos. Sus componentes son los que abren el debate. Tiene más de 500 y cada uno con un propósito. El THC y el CBD son los más estudiados. El THC produce efectos psicotrópicos, es decir, afecta el funcionamiento neurológico de diversas formas.  Al CBD se le atribuyen efectos analgésicos, antiinflamatorio, ansiolíticos, anticonvulsionante, antipsicóticos, entre otros.

Viéndola así, se podría decir que esta planta se acerca a la perfección. Sin embargo, es una utopía llegar a esos razonamientos.

El uso de la Cannabis produce efectos positivos y negativos en la salud de las personas. Por ejemplo, en una persona con la enfermedad de Parkinson, el uso del cannabis puede llevar a que sus temblores disminuyan, pero en otros casos, puede empeorar afecciones neurológicas, como en las enfermedades siquiátricas. ¿Qué hacer? ¿Qué es lo mejor?

Mejor voy con ejemplos. Primero, está el caso de Larry Smith, un expolicía que sufre de Parkinson y al cual la marihuana le ayudó a controlar su enfermedad. Se colocaba aceite de cannabis bajo la lengua y su calidad de vida mejoró. «(…)La gente necesita ver cómo funciona la marihuana medicinal en pacientes reales con problemas muy reales», señaló el hombre en una entrevista.

Por otra parte, el trastorno por consumo de cannabis (CUD) o también conocido por adicción a la Cannabis tiene mucho apoyo en el campo científico y en la sociedad en general. El argumento principal es que el uso de Cannabis produce adicción y que esto dirige a las personas al consumo de otras sustancias de procedencia química y que por eso no debe ser consumida en lo absoluto.

Otro ejemplo: Zach Siegel es un escritor de 29 años. En una entrevista dijo que siempre se sintió diferente durante su infancia. Empezó a beber alcohol a los 13 años en celebraciones sociales-religiosas, pronto comenzó a fumar marihuana y a experimentar con píldoras y posteriormente con opioides. Las drogas lo hacían sentir “bien consigo mismo”, “ese era un sentimiento muy poderoso para alguien como yo, que sufría de mucha ansiedad y había sido muy acomplejado”, comentó.

Zach vivía con estados depresivos y ansiedad, estos son trastornos mentales que deben ser tratados por profesionales de la salud mental y él no tuvo acceso a ello, o a una red de apoyo que le guíe en lo que ocurría en su niñez y adolescencia. Por lo que inevitablemente cayó en un bucle de uso de sustancias que causaban adicción. Este es uno de los más conocidos y claros ejemplos en los que se basan los detractores del cannabis. Esta persona usó Cannabis con fines recreativos y terminó siendo adicto a otras sustancias.

Sin embargo, es necesario analizar dos aspectos muy importantes: El primero es que la cantidad de personas que realmente son diagnosticadas con trastorno por consumo de cannabis (CUD ) son solo el 10% de los 193 millones de usuarios de cannabis a nivel mundial. Y que previo a usarlo, no existió una guía -estados, escuelas, familia- que brinde el conocimiento objetivo necesario para que dichas personas tomen decisiones informadas.

El segundo aspecto es que el cannabis es una droga, sí. Así como lo son el alcohol, la nicotina, el azúcar, las grasas saturadas, entre otras. Sin embargo, todas las mencionadas son legales y de libre comercialización sin brindarle importancia mayor a los efectos secundarios en la salud de la ciudadanía. Sin mencionar que las consecuencias del uso y abuso del tabaco y del alcohol son catastróficas. Entonces, ¿cómo apoyar el argumento de que el cannabis causa adicción si no hay una mayoría de personas afectadas? Y, ¿cómo culpar a la ciudadanía usuaria si no hay información clara y objetiva que explique ambas caras de lo que ocurre?

Podríamos concluir, entonces, luego del análisis de todas las partes, que el consumo de cannabis es positivo, siempre y cuando se lo haga de las formas adecuadas. Es decir, si existe información confiable y objetiva sobre los usos y componentes del cannabis. Si la persona que la consume tiene más de 21 años, ya que a esa edad su cerebro ha terminado el desarrollo.  Si quien usa cannabis no posee enfermedades psiquiátricas o trastornos mentales.

Es importante adherir que en este texto solo consideramos el consumo de esta planta milenaria. Nos extenderíamos inevitablemente si mencionamos todos los fines prácticos que se le puede dar a esta noble herbácea que nos acompaña desde hace más de 5.000 años. Si se toman en cuenta todas éstas pautas, el uso del cannabis en lugar de ser fútil -como se la juzga-, se vuelve extremadamente útil para la sociedad.

 

Por Estefanía Pareja – @TefaPF

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