julio 1, 2024
ActualidadGelitza RoblesPortada

Padre de niños ahogados en El Fortín: «Las promesas quedaron en el limbo»

Han pasado 9 años, pero Johnny Venegas aún no tiene el valor de volver a ver el rostro de su hija. No ha vuelto a mirar su carita, en fotografías, desde aquel fatídico 7 de mayo de 2014. Ese día llovió tan fuerte en Guayaquil, que la casita de caña en la que vivía junto a su esposa Norma Cordovilla y sus dos únicos hijos: Arianna, de dos años y Ariel, de 6 meses, fue arrastrada por el agua. Junto a la covacha, se fueron sus niños. Se les fue todo lo que tenían en la vida.

El cuerpecito sin vida de Ariana lo devolvió al agua; el de Ariel, nunca apareció. Ellos tenían apenas un año de haberse mudado a El Fortín, al noroeste de Guayaquil. Se instalaron junto al canal 69A, que atraviesa varios bloques del sector. El mismo canal les arrebató la vida de sus pequeños. El mismo canal que, el 15 de abril de 2023, volvió a arrastrar y ahogar a otra persona, al taxista Douglas Marcillo Echeverria, de 73 años.

A Jhonny se le quiebra la voz al otro lado de la línea. Aceptó conversar conmigo sobre lo ocurrido hace 9 años, porque, aunque evitó a toda costa ver el vídeo del taxista que se viralizó en redes sociales, el incidente le recordó al hecho que marcó su vida. Aceptó hacerlo vía telefónica porque su salud está deteriorada a causa de un accidente que tuvo y porque, con la inseguridad que arropa Guayaquil, prefiere no salir de casa.

Ya no vive en El Fortín, pero supo lo del conductor que se ahogó tras ser arrastrado por la correntada que se formó en el canal, a causa de la torrencial lluvia que cayó en la ciudad aquel día. “Yo no recuerdo lluvia más fuerte que la del 7 de mayo, cuando murieron mis niños, pero en estas fechas está lloviendo igual”, dijo.

Las precipitaciones, que a su vez provocan que El Fortín se inunde porque no hay un correcto desfogue de agua y sistema de alcantarillado adecuado, también le recordaron una eterna promesa de las autoridades: la construcción de un ducto cajón en la zona para evitar que, así como sus hijos, más personas mueran a causa de inundaciones. Esto nunca pasó. A nueve años de la tragedia, El Fortín se sigue inundando. En el Fortín volvió a morir gente. A lo largo de 10 kilómetros, entre El Fortín y Los Vergeles, la corriente rebasa el canal y esto anega a cinco sectores.

Para construir un ducto cajón en ese canal, se necesitaría de una inversión millonaria y demoler varias casas de la zona, dijo a La Contra Fidel Valdivieso, gerente general de la Empresa Municipal de Agua Potable y Alcantarillado de Guayaquil (Emapag). “Para esa zona lo que se iba a desarrollar era la construcción de una gran alcantarilla, para mitigar las corrientes que existen en época invernal”, añadió.  Del que habla es un proyecto para un segmento de la zanja, que mide 1.150 metros lineales, y que tiene un costo de 700 mil dólares.

“Nunca se conversó de un ducto cajón”, añadió. Sin embargo, Johnny recuerda que esa fue la promesa cuando fallecieron sus hijos. Promesas. En esa palabra se detiene y suspira. “Todas las promesas quedaron en el limbo”. Recordó las súplicas de sus vecinos, sus propias súplicas que agregaban más dolor a su pérdida.

Según Valdivieso, el diseño de la gran alcantarilla que se planificaba construir en El fortín se tiene desde hace un año, incluso, “hay el valor presupuestal”. Pero ¿por qué no se ha ejecutado? El funcionario explicó que “porque se han venido haciendo otras obras de mitigación. No es el único canal que existe en Guayaquil”. La ciudad tiene 184 canales, en los que se hacen trabajo de limpieza y mantenimiento, dijo.

Reiteró que el diseño está listo, pero que “ya es decisión de la nueva administración en virtud (la de Aquiles Álvarez, que ganó la alcaldía de Guayaquil en febrero de 2023 y asumirá como alcalde en mayo de este año), porque en este periodo de transición estamos impedidos de iniciar cualquier tipo de contratación. Hay disposición de no contratar obras nuevas”, explicó.

Valdivieso también recalcó otro problema: los asentamientos ilegales y la afectación a aproximadamente 12 viviendas que implica construir la gran alcantarilla. “Aquí no es competencia municipal, en cuanto a estos asentamientos informales, es una competencia del Estado. Los predios que están sobre el lecho del canal generan un obstáculo para el mantenimiento, limpieza y para la construcción de cualquier proyecto que se pueda generar para mitigar los impactos de las inundaciones. Construyen y construyen y taponan el cauce natural del canal”, comentó.

El funcionario recordó la tragedia de 2014. “Esa casa estaba sobre el lecho del canal”.  No obstante, quienes pueblan asentamientos informales no lo hacen buscando una desgracia. Lo hacen movidos por la desesperación, la necesidad, la falta de información y, muchas veces, hasta la estafa.

Johnny también tiene recuerdos precisos de aquel momento. De su desesperación por llegar a casa en cuanto cayó lo que él llama “un diluvio”, de estar cerca de su esposa, de descubrir que era mentira que sus niños se habían ido con la corriente, pero todo fue real. Tanto él como sus vecinos coinciden en que con un correcto sistema de drenaje, quizá la historia hubiera sido otra.

Él y Norma, luego de pasar por un largo proceso de terapia psicológica, pudieron salir adelante. Se fueron a vivir a otro lado, lejos del dolor y los recuerdos y ella volvió a quedar embarazada. Actualmente tienen dos hijos, de 7 y 8 añitos que le han devuelto el color a sus días. “Son dos varoncitos, yo siempre quise volver a tener una nena, pero no se me dio. Hasta ahora no he podido volver a ver a mi niña en fotos. Me duele”, lamenta.

Johnny tiene un mensaje para quienes dirigen y dirigirán la ciudad. Autoridades que, muchas veces, lanzan comentarios como «váyanse nadando», como la alcaldesa de Guayaquil el 23 de marzo de 2023, mientras decenas de familia perdían sus enseres a causa de la lluvia que inundó Guayaquil. El padre sugiere que si no van a construir el ducto cajón que le prometieron hace nueve años, que al menos pongan barandas o señalética para advertir del peligro del canal. Cree que con esto, el taxista pudo haberse salvado y ruega que nunca más pase algo similar en El Fortín; ni la muerte conductor, o la amarga muerte de sus niños.

 

Por Gelitza Robles – @gelitzarobles

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