Carta Abierta al Autoritarismo Ecuatoriano
Las decenas de desapariciones forzadas, la interpretación pérfida a la Constitución y leyes del país, los ensañamientos y amenazas –particularmente hacia mujeres–, y el manejo del dinero público destinado a favorecer a determinados grupos de la élite corrupta del Ecuador me llevan a escribir la presente carta.
El primer año de gobierno demostró que la mentira como política gubernamental y la difusión de desinformación amplificada por medios pautados son las bases de lo que, con tanta ligereza, se llama “El Nuevo Ecuador”: remedo neoliberal y plutocrático de un gobierno que heredó el accionar de su predecesor amplificándolo hasta la destrucción estatal completa.
La lejana posibilidad de enmendar en algo los desaciertos de Lenín Moreno y Guillermo Lasso debido a sus pactos fmiístas, la interpretación a conveniencia de la voluntad popular y su ceguera absoluta de las necesidades reales de todo un país, se convirtió en el recrudecimiento de políticas represivas y en la aniquilación de la paz so pretexto de guerra interna, la cual cumplirá un año sin resultados efectivos en la lucha contra la inseguridad y la violencia.
El presente gobierno se ajusta a las minorías caducas que entorpecen el desarrollo nacional, que abusan de las necesidades del Pueblo para enriquecerse y que controla los destinos del país a través del terror, el miedo y la indiferencia absoluta basados en el clasismo, el racismo y la deshumanización.
La desaparición forzada de los hermanos Josué (14 años) e Ismael (15 años) Arroyo, Nehemías Arboleda (15 años) y Steven Medina (11 años) a manos de miembros de la milicia ecuatoriana –quienes se ensañaron de manera cruel y violenta con los menores al punto de torturar sus cuerpos y calcinar sus cadáveres– en el contexto de militarización y “guerra interna”, sumado a los casos de:
- Carlos Javier Vega Ipanaqué (19 años)
- Oswaldo Mauricio Morales Santana (23 años)
- Justin Elian Álvarez Chávez (17 años)
- Dave Robin Loor Roca (20 años)
- Dalton Oswaldo Ruiz Tapia (35 años)
- Maicol Jeampier Castañeda Solís (16 años)
- Jairo Damián Tapia Álvarez (16 años)
- Kleiner Pisco (15 años)
- Carlos Pisco (17 años)
- Miguel Morán (21 años)
- Nevil Mina Quiñónez (18 años)
- Ariel Cheme Franco (19 años)
- Jackson Cortez Lara
- Ángel Alfredo Ortiz
- Romario Ricardo Caicedo Mina
- Karil Josué Chérrez Reina
Sin contar otros casos debido al temor de familias a ser asesinadas, son parte de las estadísticas del terror instaurado por este gobierno.
Los ensañamientos del “pésimo enemigo” hacia Andrea Arrobo (ex Ministra de Energía y Minas), Gabriela Goldbaum (ex pareja), Verónica Abad (Vicepresidenta del Ecuador), Alondra Santiago (periodista), Nubia Vera (Jueza) y Tanya Loor (Jueza); el asalto a la Embajada de México en Quito, su ambientalismo de pacotilla en Olón y el Yasuní, el alza de impuestos al 15 % para mantener su securitismo asesino, su accionar político frente a supuestos sabotajes energéticos, las cárceles de Salinas (antes Archidona) y Chanduy, y el total irrespeto a la Constitución, las leyes y la democracia, nos han hundido en la paranoia gubernamental y la desconfianza absoluta de las instituciones estatales.
Quienes se encuentran frente a los ministerios y carteras estatales de este gobierno han demostrado su más abyecto servilismo. Sin embargo, entre todos, las figuras de Mónica Palencia, José de la Gasca, Arturo Félix Wong, Gian Carlo Loffredo, Inés Manzano, Arianna Tanca y Gabriela Sommerfeld –beneficiarios y representantes de las viejas y nuevas oligarquías– son responsables directos del silencio que ahoga al país en la atrocidad de sus acciones infaustas.
A ellos se suman los representantes del Consejo Nacional Electoral – en especial Diana Atamaint y Enrique Pita– por su complicidad; la Corte Constitucional del Ecuador, por su ineficacia; y la Bancada del partido de gobierno por sumarse a la negligencia de su “Comandante en Jefe”.
Como ecuatoriano, repudio todo acto de autoritarismo venga del color o posicionamiento político que venga; como ser humano, desprecio profundamente a todos quienes quieren volver la vida de la gente de a pie en un infierno de miseria y hambre; como periodista, me avergüenzo de los colegas que se suman al asqueroso juego de los poderes de turno y rescato el trabajo de quienes no aceptan ni se rinden ante el horror y el silencio.
Ante todo el compromiso de dar testimonio en tiempos difíciles, como lo dijo en su carta final el periodista argentino Rodolfo Walsh, a quien le debo el valor y fuerza de redactar la mía que, aunque no lo parezca, se escribe en similares circunstancias en las que él vivió hace casi medio siglo atrás.
Contra la impunidad, al servicio del Pueblo del Ecuador con los recursos del periodismo como política en acción.
Sebastián Vera