mayo 22, 2025
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¡Justicia para Saúl, Josué, Ismael y Steven! No más crímenes de Estado impunes

El asesinato atroz de los niños Saúl Arboleda, Josué Arroyo, Ismael Arroyo y Steven Medina, que involucra a miembros del Ejército ecuatoriano (INFANTERÍA AÉREA), ha marcado una de las páginas más oscuras y dolorosas de la historia reciente de nuestro país. Sus nombres, oriundos de un barrio marginal; “Las Malvinas” en Guayaquil, no pueden quedar como una simple estadística de violencia: ellos son el símbolo de una generación que exige verdad, justicia y dignidad.

Cuatro de los dieciséis militares procesados han confesado su participación en este crimen abominable, revelando una trama de detención ilegal, tortura y desaparición forzada que solo puede calificarse como un crimen de Estado. No hay otra forma de llamarlo. No se trató de un “exceso” ni de una “equivocación operativa”; fue un acto deliberado de violencia institucional, ejecutado con total desprecio por la vida humana.

Resulta indignante que, frente a estos hechos probados, el actual gobierno haya intentado deslindar de responsabilidad a los militares implicados, protegiendo estructuras de poder en lugar de garantizar justicia para las víctimas y sus familias. Este silencio cómplice y evasivo no es neutralidad: es encubrimiento.

Exigimos:

  • Que se aplique todo el peso de la ley a cada uno de los responsables materiales e intelectuales.
  • Que el Estado reconozca públicamente su responsabilidad en estos crímenes y repare integralmente a las familias.
  • Que se garantice la no repetición, desmantelando los pactos de impunidad que aún perviven en las fuerzas del orden.
  • Que el gobierno nacional ofrezca disculpas públicas a los familiares y a la sociedad ecuatoriana.

Hoy, como sociedad, tenemos el deber de levantar la voz, de exigir justicia y memoria. No podemos permitir que este crimen quede en la impunidad, ni que se archive como un episodio más de violencia estatal.

El asesinato de nuestros niños no se olvida. No se perdona. No se encubre. Se juzga. Se castiga.

Porque un país que permite que sus fuerzas armadas asesinen a sus hijos y calla, es un país que ha perdido su humanidad.

 

Por: Javier Banguera

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