La ‘campaña de vacunación’ contra la muerte con la que ha fracasado el Gobierno
La palabra ‘vacuna’ se volvió recurrente con la pandemia. No solo con la pandemia por la covid-19, sino con la de la criminalidad en Ecuador. Cuando el presidente Guillermo Lasso llegó al cargo, abanderó la tarea de tener a un país vacunado. Y lo cumplió. Según datos del vacunómetro del coronavirus en el Ecuador, la cobertura con dos dosis llega al 84,83%.
Leía a un usuario en Twitter, que se viralizó en un contexto gracioso, que reclamaba que lo único que había hecho bien este Gobierno era la campaña de vacunación. Pero, mientras el fantasma de la muerte por coronavirus se disipaba, iniciaba una nueva ‘campaña de vacunación’ que ahora es sinónimo de muerte. Esta llegó con la criminalidad. Las personas en Ecuador tienen que ‘vacunarse’, es decir, pagar para que no las maten.
Si esto no ocurre, si los ecuatorianos amenazados no desembolsan dinero a cambio de sus vidas, simplemente nos descargan sus balazos. Así fue el asesinato de una mujer en Nueva Prosperina, en Guayaquil. Ella estaba entro de su tienda, y según se observa en un video que captó una cámara de seguridad, un hombre le solicita algo a la víctima, quien estaba atendiendo en su negocio. Ella le respondió «no hay». Luego de unos minutos, saca un arma y acaba con su vida. Así de fácil. El sicario le habría exigido $ 3.000 a la mujer bajo la modalidad de extorsión, o ‘vacuna’, pero ella no habría accedido al pago. Y así nos están acabando.
A pesar de que leemos la palabra sicariato todos los días en la prensa, esto no es normal. No es ‘natural’ leer y hablar sobre muertes violentas a todas horas.
Solo entre la noche del viernes y las primeras horas del sábado 21 de enero, mataron a un hombre cuya vida peligraba y el Estado lo sabía. A Carlos Kada, sicarios lo atacaron dos veces antes de matarlo, finalmente, en una finca de Pedro Carbo. Uno de esos ataques fue dentro de una clínica. Este es un relato que puede ser sacado de cualquier novela policiaca o de terror, pero está pasando en Ecuador.
Ese mismo fin de semana, mataron a una estudiante dentro de una universidad en Milagro. También asesinaron a un agente de la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) frente a un centro comercial y mataron a Julio César Farachio, un candidato a la alcaldía del cantón Salinas. No se están matando entre bandas criminales, como alguna vez lo sugirió el Presidente, nos están matando a todos: a niños, a adolescentes, a amas de casas, a agentes, a comerciantes. A todos. Muchas de estas muertes están basadas en no tener dinero para pagar ‘vacunas’.
Ni bien inicia el 2023, Ecuador ya lidera el incremento de violencia criminal en Latinoamérica. Entre 2021 y 2022, las muertes violentas crecieron un 82 %. Estamos por encima de México en niveles de violencia.
¿La respuesta del Gobierno? Que la crisis de seguridad que vivimos tiene su origen en el crecimiento e influencia del narcotráfico en el país. Así como en el «debilitamiento deliberado» de la Policía Nacional y de las Fuerzas Armadas (FF.AA.) durante los gobiernos anteriores.
Mientras el Ecuador se desangraba en un fin de semana desalentador, el Presidente estaba en Europa. Ni bien llegó al país, dio una entrevista para tocar los casos de supuesta corrupción que rondan a su Gobierno y que ya investiga la Fiscalía General del Estado. Esto, luego de que el medio La Posta revelara una supuesta estructura criminal que delinque con dinero público. Él lo negó.
Lo que no puede negar son las cifras de asesinatos. Con las que arrancamos este año son de terror: solo hasta el 10 de enero hubo, como promedio, 16 asesinatos diarios. ¿No es razón para horrorizarse? La muerte se siente tan familiar y simple en Ecuador. Las sobremesas en este país son crónicas rojas perennes.
Por Gelitza Robles – @gelitzarobles