julio 27, 2024
ActualidadGelitza RoblesOpiniónPortada

Esmeraldas está desbordada por el temporal, la violencia criminal y el dolor

Esmeraldas está desbordada. Es casi imposible mirar lo que pasa allí sin que se erice la piel o una lágrima se escape. Los que gritan por ayuda no son solo los más de 11.750 damnificados en la tragedia que inundó a la provincia verde durante el fin de semana del 3 y 4 de junio de 2023. Los que suplican ayuda son sus 650 mil habitantes que están desbordados de terror desde hace muchos meses, por la violencia criminal, por el abandono, la impunidad y la desidia.

Nos duele Esmeraldas porque es el reflejo de lo que la negligencia puede hacerle a una de las zonas más prósperas y más bellas del Ecuador. Es una piedra preciosa cubierta de lodo, sangre y de lágrimas. Mirar hacia Esmeraldas lastima. Duele porque parece un ser malherido que, cuando parece que se va a levantar, le vuelven a pegar una estocada sobre la herida abierta.

Solo en 2023, los golpes han sido recurrentes. De acuerdo a los reportes del Ministerio del Interior, en la provincia se registraron 70 homicidios en los primeros 60 días de 2023, así como 374 denuncias de robo y 94 detenidos por narcotráfico, con 1.432 kilos de drogas incautados. En 2022, Esmeraldas cerró el año con más de 511 muertes violentas.

El 3 de marzo, exactamente 3 meses antes de que las torrenciales lluvias inundaran la provincia, el presidente Guillermo Lasso decretó un estado de excepción en Esmeraldas por el repunte de la violencia criminal.  Y justo un poco antes, el 13 de febrero de 2023, un vídeo, que podría ser calificado como el más terrorífico y revelador de la nefasta realidad que se vive en el Ecuador, recorrió las redes sociales.

Dos niños, empuñando armas, dispararon y asesinaron al policía Freddi David Bonilla. Tenían 11 y 13 años de edad. Dos niños, que deberían –en el mejor de los escenarios- estar jugando o haciendo tareas para el colegio, lo intimidaron para robarle la motocicleta, el arma de dotación y sus pertenencias.

Aunque hasta la educación se la han arrebatado de las manos a los niños y adolescentes de la provincia. Cuatro de cada 100 estudiantes dejaron sus estudios, entre 2021 y 2022, derivado de la violencia y la acción de bandas delincuenciales. Los padres simplemente prefieren encerrarlos en sus casas antes de que se vuelvan carne de cañón.

La violencia criminal ha escalado a tales niveles en la zona, que en el cementerio general de Esmeraldas han tenido que habilitar una colina donde van a parar los cuerpos cuyos asesinatos han tenido relación con las mafias. Sepultados sin nombres, por el temor de que se roben los cadáveres como represalias. Los féretros van y vienen como un desfile lúgubre del desamparo, de la decadencia.

Otra de las causas del abandono escolar es la pobreza. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) solo dos de cada 10 esmeraldeños tienen un empleo adecuado, con el que ganan el salario básico, de 425 dólares al mes. Esto obliga a que muchos niños salgan de las escuelas para trabajar y ayudar a sus padres, reconoció la subsecretaria para la Innovación Educativa, Diana Castellanos, en una entrevista para Primicias. Esmeraldas es la segunda provincia con mayor índice de abandono escolar, después de Morona Santiago.

¿Y las autoridades?  El 14 de abril de 2023, el Coronel de la Policía, Javier Buitrón, en ese entonces encargado de la zona, le dijo a un grupo de padres de familia que “cuiden a sus hijos con su chaleco antibalas”. Y por si la frase no fuera ya demasiado descabellada, añadió que “todos los problemas que se vienen ocasionando, es responsabilidad de las familias esmeraldeñas”. Esto lo dijo dos días después de una masacre en el puerto pesquero artesanal de Esmeraldas, donde un grupo de más de 30 sicarios descargó sus balazos en los pescadores que esa mañana estaban en la zona. Hubo 9 asesinados.

La falta de tino es desalentadora, desborda, desespera. La falta de tino llegó escala nacional, cuando el recién posicionado ministro de Transporte y Obras Públicas, César Rohon, en lugar de dar respuesta a los ecuatorianos antes una posible llegada de un fenómeno de El Niño, nos mandó a rezar. Y eso que las lluvias del fin de semana del 3 y 4 de junio, que perjudicaron en su mayoría a Muisne, Atacames, Esmeraldas y Quinindé, no corresponden a este fenómeno, según el Inamhi, sino a rezagos de la tardía y fuerte época lluviosa que empezó a azotar a Ecuador desde febrero de 2023. ¿Qué nos espera con el fenómeno de El Niño?

¿Será que Rohon tiene razón y solo podemos rezar? Parece ser que las súplicas son lo único que nos queda. Las súplicas que se convierten en gritos desgarradores de un pueblo cuyo dolor es tan grande como su nobleza. Es imposible no sentarse a llorar con la hermandad de los esmeraldeños, que empezó a activarse tan fuerte como el temporal. Los que habían perdido un poco menos que sus vecinos, le compartían el arroz y las legumbres que no habían sido arrastradas por el lodazal, para que no se murieran de hambre. La solidaridad de ese pueblo es más fuerte que cualquier correntada.

Pero también está la indignación. La de una mujer, vestida de verde como su tierra, cuyos gritos se viralizaron clamando por la presencia del presidente Guillermo Lasso, que se hizo presente dos días después de la desgracia para anunciar la apertura de cinco centros de acopio en la provincia y el rescate de 1.467 personas. Llegó en helicóptero. Una imagen, colgada en su propia cuenta, lo mostraba sentado, limpio, seco, por encima de una Esmeraldas anegada y enlodada, mirando desde arriba a través de una ventana.

Dos días después, el agua ya empezaba a bajar en Esmeraldas, pero esta sigue desbordada y esperando un rescate definitivo que toque a toda una provincia que sigue mojada por el sudor del trabajo duro, de las lágrimas y de la sangre de inocentes que lo único que piden es que los rescaten.

 

Por Gelitza Robles – @gelitzarobles

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